A menudo no está claro si un tumor es cáncer folicular basándose en una biopsia FNA. Si los resultados de la biopsia no están claros, estos podrían indicar “neoplasma folicular” como diagnóstico. Solo alrededor de 2 de cada 10 neoplasmas foliculares en realidad resultarán en cáncer. Por lo tanto, usualmente el próximo paso es cirugía para extirpar la mitad de la glándula tiroides que contiene el tumor (una lobectomía). Si resulta que el tumor es un cáncer folicular, usualmente se necesita una segunda operación para extraer el resto de la tiroides (a esto se le llama tiroidectomía de complemento). Si el paciente solo está dispuesto a someterse a una operación, el médico podría remover toda la glándula tiroides en primer lugar. No obstante, para la mayoría de los pacientes, esto en realidad no es necesario. Si hay signos de propagación del cáncer antes de la cirugía, el tumor tiene que ser un cáncer y, por lo tanto, se hará una tiroidectomía.
El carcinoma de células Hürthle (Hurthle) también puede ser difícil de diagnosticar con certeza basándose en una biopsia FNA.
Los tumores que se sospecha son carcinomas de células Hürthle son a menudo tratados como neoplasmas foliculares. Por lo general se hace primero una lobectomía. Si se confirma el diagnóstico, se hace una tiroidectomía de complemento. Se podría hacer una tiroidectomía como primera cirugía si existen signos de propagación del cáncer o si el paciente la requiere para evitar otra cirugía más adelante. Al igual que en el cáncer papilar, algunos ganglios linfáticos usualmente son extirpados y examinados. Si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos, se podría realizar una disección del compartimiento central o una disección modificada del cuello (extirpación quirúrgica de los ganglios linfáticos del cuello). Debido a que se extirpa la glándula tiroides, los pacientes también necesitarán terapia con hormona tiroidea, aunque esta terapia a menudo no se comienza de inmediato. Por lo general, la gammagrafía con yodo radiactivo se hace después de la cirugía para identificar áreas que siguen absorbiendo yodo. La propagación del cáncer a los ganglios linfáticos adyacentes y a los lugares distantes que se muestran en la gammagrafía puede ser tratada con yodo radiactivo (RAI). Para los cánceres que no absorben yodo, la radioterapia externa puede ayudar a tratar el tumor o prevenir que crezca nuevamente en el cuello. Para tratar las metástasis a distancia, se podría necesitar radiación externa o terapia dirigida con sorafenib (Nexavar®) o lenvatinib (Lenvima®) si no responden a RAI. Otra opción es participar en un estudio clínico de tratamientos más nuevos o quimioterapia.
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