El cuello, una región anatómica muy importante y particular.

 

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Importante por sus relaciones anatómicas: el tiroides se encuentra en su parte más central y baja del mismo, en íntimo contacto con la tráquea, la musculatura, algunos nervios, las glándulas paratiroides y los grandes vasos del cuello, principalmente. Particular porque es muy difícil de conseguir su inmovilización completa: la deglución, el habla, la deambulación o la gesticulación son acciones que se realizan inconscientemente con el cuello y a demás de manera constante durante el día.

Todo paciente debe de ser informado de que cualquier herida que tenga nuestro cuerpo está sujeta a unas fases de curación (o de cicatrización). Este proceso de recuperación se podría sintetizar en tres fases:

  • Inflamación de la herida: esto es imprescindible para que se produzca el sellado y la hemostasia (coagulación natural) inicial de la zona afectada. La inflamación tiene como contrapartida que se refleja como tumefacción y que puede producir un cierto dolor.
  • Fibrosis: Prolifera el tejido y la inflamación deja paso a una consolidación de la zona. Se puede percibir un endurecimiento y en el caso de una cicatriz cutánea, observarse un resalte.
  • Remodelación de los tejidos: El endurecimiento y la tumefacción de la piel desparecen, y la zona operada recupera su aspecto, consistencia y flexibilidad inicial.

Es de suma importancia el reposo para una perfecta recuperación. Estas fases pueden prolongarse hasta un año después de la cirugía de tiroides. La inmovilización de la zona afectada y los cuidados posturales pueden reducir este periodo. Por este motivo, los primeros días en casa son básicos.

FUENTE Barnaclinic Grup Hospital Clinic Link aquí